El chorizo tiene un origen primitivo ya que está estrechamente ligado a la “matanza del cerdo”, una de las tradiciones gastronómicas, festivas, culturales y hasta religiosas con más tradición en las sociedades rurales, mediante la cual, las familias se abastecían de una reserva de carne para todo el año.

Hasta que no aparece la sal en el año 3000 a. C. en el reinado de Simer, no podemos hablar de los embutidos.

El chorizo de León es un embutido curado y ahumado, característico de la provincia de León. Se elabora únicamente con carne fresca de cerdo blanco, concretamente de hembras o machos castrados. La carne de cerdo utilizada procede de las partes nobles de la zona llamada la canal, como la panceta, la aguja, el tocino, la paleta, despieces de jamón y la papada. Elegida la carne, ésta se tritura para añadirle especias como: la sal, el ajo pelado y picado, orégano y pimentón.

Se embute en tripa de cerdo y se cuelgan en altura sobre un palo o varal para que cure al aire un mínimo de treinta días. Durante este tiempo los chorizos se someten a un proceso de ahumado con leña de roble o encina, que da el sabor a humo tan característico. Por último pero no menos importante, el clima invernal con temperaturas frías y heladas contribuye a la perfecta curación del chorizo de León.