A Canana, criado al abrigo de un verde y profundo valle de montaña leonesa le llamaban “El Grande” por algo. Cuidaba su cabaña con cariño, elaborando con sus curtidas manos las carnes que éstas le daban con mimo y respeto a las tradiciones y buenas costumbres.

“Buen hacer para bien saber” inculcaba a los suyos en el aprendizaje de los usos y costumbres. Sus descendientes, generación tras generación, honran el nombre de Canana, de Canana El Grande.

Al patriarca le gustaban las cosas bien hechas; elaboraciones tradicionales y máxima calidad de la materia prima. ¿Conservantes? ¿Para qué? ¡Si no les va a dar tiempo! bramaba el viejo.

Los descendientes de Canana seguimos a pies juntillas su legado, por lo que nuestras viandas están libres de conservantes y colorantes. Nos gusta lo auténtico, haceres de antaño con sabores de siempre.